martes, 21 de abril de 2009

Frase inteligente

" En realidad, yo no estoy del lado de ninguno, no me gusta que se peleen y discutan, pero pienso que mamá es la que tiene la razón en todo"

Bibi - mi hermana menor.

domingo, 19 de abril de 2009

Entrevista

Mi madre fue llamada por Liliana, mi psicóloga, para una entrevista a solas.
Al ser ella parte de mi familia y una figura importante en mi vida, mi terapeuta consideró conveniente mantener una charla para dilucidar una serie de cuestiones familiares.
Sabía, por lo que yo le había contado, cómo era el perfil de mi mamá, cuál era nuestra relación, y cuál había sido nuestra historia. Sabía que no era una mujer fácil y que estaba bastante conflictuada consigo misma, pero, aunque conocía todo esto y otros tantos detalles, igual quiso recibirla.

No sé bien qué sucedió en el tiempo que ambas estuvieron frente a frente, hablando cosas profundas acerca de mí y de mi madre, de mis circunstancias y las suyas.
Me gustaría haber estado ahí, para escuchar las palabras pronunciadas, los silencios prolongados entre frase y frase, las cosas que mi mamá no dijo y se guardó y algunas otras que quizás salieron de su boca y no fueran ciertas.
Lo único de lo que papá y yo nos enteramos (porque él también fue citado para mantener un diálogo con Liliana) fue que ella lloró durante esa entrevista. ¿Por qué? Quizás por culpa, por impotencia, por arrepentimiento… no lo sé. Uno nunca conoce sus motivos.

Unas pocas semanas después, mi padre se reunió con mi madre en un bar a tomar un café y mantener una de esas charlas obligatorias acerca de los hijos, del aumento de la cuota alimentaria, de las cosas que hacen falta, y, por lo general, para escuchar quejas y reclamos de mujer separada. Aunque yo no esté ahí, puedo imaginarme esa situación y de sólo hacerlo, ya me da estrés y dolor de cabeza. No es fácil juntarse a conversar con mi mamá.

Lo cierto es que en un determinado momento, mi padre le dijo:
- ¿Y? ¿Cómo te fue en ese encuentro que tuviste con Liliana?
- Y… si… bien.
- Me contaron que hubo un momento en el que lloraste…
Como ella es rápida y le encuentra respuesta a todo porque no puede quedarse callada y dejar que el otro domine la conversación, le contestó, a modo de queja:
- ¡Y claro! ¡Cómo no voy a llorar! ¡Si le tuve que pagar la consulta de treinta y cinco pesos!

sábado, 18 de abril de 2009

Doble mensaje

Estaba conversando hacía un buen rato con mi madre y de repente, de la nada, me sacó el tema:
- Vos no tendrías que estar en el medio de la relación entre tu padre y yo. A veces opinás o le decís cosas que no corresponden… que soy exclusivas entre él y yo.
- Yo no soy la que quiero estar en el medio… son ustedes los que me ponen.
- Bueno, pero es una constante en todos. El hablar por detrás…
- Fui la primera en darme cuenta de la situación y la que estoy intentando revertirla. Ese “Me dijo, le dije…” no va más. Hay que decir las cosas de frente y hablar con la persona que corresponda, no por medio de intermediarios.
- … porque vos siempre estuviste ahí en el medio… y además sé que cuando Bibi va para allá, tu padre le habla mal de mí, le dice cosas que no son ciertas… y ahora resulta que yo estoy llena de “rótulos” y “etiquetas”…
- No me digas.
- Si, y entonces yo creo que esta familia está mal…
- ¿En serio? ¿Recién te das cuenta? ¿Querés saber algo? si la familia funciona así es porque los adultos empezaron usando ese sistema… y nos metieron a los hijos en él.
- Mmm
- Bueno, mamá, ahora te dejo porque me tengo que ir a estudiar…
- Bueno…
- Un beso.
- Ah! Esperá! Decile a tu padre que me tiene que pagar la mensualidad de este mes, que está atrasado, que ya no me alcanza y que tengo que comprarle libros, ropa y zapatos a Bibi… y decile también que deje de esquivarme y que de una vez por todas se reúna conmigo que tenemos mucho de que hablar…

viernes, 17 de abril de 2009

Accidente cotidiano

A pesar de que mamá ya se había ido de casa a su nuevo departamento, ella siempre se aprovecha de mi papá y de sus habilidades en hacer arreglos y reparaciones domésticas. Por eso, lo había llamado esa tarde para que fuera a hacerle un pequeño agujero en la pared porque tenía ganas de poner una nueva repisa y mi papá era el que tenía el torno con el que, en dos minutos, la tarea estaba realizada.

Él, de buen talante, fue, sin chistar. Siempre tiene las mejores intenciones y lo que quería era ayudar. Yo lo acompañé porque después íbamos a otro sitio y en la casa de mi madre íbamos a estar sólo unos momentos. (A mí no me hace nada bien entrar a esa casa. Se respira muy mala onda. Uno sale de ahí sin energías)


Nos abrió la puerta y nos hizo pasar.
A ella siempre la pone un poco ansiosa y de mal humor sentir la presencia de mi papá en SU casa, pero como necesitaba el favor, intentó disimularlo al máximo.
Le indicó el lugar donde tenía que agujerear (ella ya había hecho una marca en la pared con un lápiz en el lugar exacto en donde quería que se perforara la pared) y le mostró qué era lo que quería poner en ese sitio.
La cocina estaba pegadita al baño, por lo que, cuando mi papá empezó a trabajar con la máquina eléctrica que penetró en la pared sin problemas, no advirtió que del otro lado estaba el caño del inodoro y que estaba perforándolo también. Así fue que, cuando terminó con el primer orificio, un chorro de agua comenzó a mojar toda la pared nueva del departamento recién estrenado.

Mi mamá reaccionó como una loca:
- ¡MIRÁ LO QUE HACÉS! ¡ME ROMPISTE EL CAÑO! ¡TE HUBIERAS FIJADO!
- Pero yo perforé donde estaba marcado…
- ¿PERO TE HUBIERAS DADO CUENTA? ¿AHORA QUE HAGO?
- Bueno, voy a tratar de arreglarlo, de poner algo para que deje de salir el agua…

Lo hizo y la humedad que chorreaba cesó, pero no los gritos de mi mamá:
- TE LLAMÉ PARA QUE ME AYUDES A PONER UNA REPISA NO PARA QUE ME DESTRUYAS EL DEPARTAMENTO NUEVO!
- ¡Pero cómo iba yo a saber…!
Al ver así a mi mamá, Bibi, mi hermana menor, se sumó a los reclamos, y encima con llanto:
- ¡SOS UN BRUTO, PAPÁ! ¡ME ROMPISTE MI CASA!
Para finalizar con la escena, mi mamá lo empujó de la espalda hasta la puerta de salida (yo salí también) y le dijo:
- ¡FUERA! ¡NO TE LLAMO MÁS! ¡PARA QUE ME HAGAS ESTOS DESASTRES…! ¡PARA QUE ME ROMPAS TODO…!
Así que nos fuimos. Buscamos un lugar lindo y entretenido para ir a pasear y donde pudiéramos recuperar un poco las energías que esa mujer nos absorbe cada vez que estamos en las inmediaciones de su presencia….

miércoles, 15 de abril de 2009

Realidad

Ver llorar a un padre frente a tus ojos es duro.
Verlo sufrir porque tiene miedo a lo que pueda ocurrir no es nada grato.
Tenerlo al frente implorando que te quedes con él, que no lo dejes solo porque se siente débil y no sabe de dónde conseguir las fuerzas, es conmovedor.
Saber que la mujer lo está extorsionando, le exige separación, le impone la división de los bienes, lo está maltratando, amenazando y presionando, es doloroso.
Tomar conciencia que esa mujer cruel y despiadada es tu madre es devastador y tremendamente difícil de aceptar… aunque necesario.


lunes, 13 de abril de 2009

Terapia imprevista

Esa mañana de septiembre, nos comunicó a mi hermana menor y a mí, la novedad:
- Hoy, como festejo del día de la primavera, vamos a salir a pasear, ¿saben?
“¡Qué bueno! ¡Vamos a salir!” – Pensé, sin siquiera imaginar la trampa que nos estaba preparando. (Yo y mi inocencia…)
Así que nos vestimos y salimos, dispuestas a pasar un buen momento, quizás sentarnos a tomar algo y conversar.
Nos llevó a una librería grande, nos dejó durante un rato mirando textos para justificar la salida y el “paseo”, y luego nos llamó:
- Tengo que decirles algo… en realidad las traje acá porque tengo que comunicarles una cosa importante. Ahora, vamos a ir con una persona que nos va a ayudar… ustedes se tienen que mostrar tal cual son y decir sus opiniones sin temor, ¿Saben?.
- ¿Quién es la persona? – Le pregunté.
- Ya van a ver… en un ratito la van a conocer… - Ella y sus misterios. ¿No era más fácil aclarar las cosas de entrada? ¡Ya éramos grandes para que nos tratara como nenas!
Salimos de la librería y caminamos unas pocas cuadras hacia donde ella nos guiaba.
A ese imprevisto se sumó otro más cuando nos fuimos acercando al sitio donde estaba “la persona”. Resultó ser, que así como se las había ingeniado para llevarnos a nosotras, había citado también a mi hermana mayor (que ya no vivía con nosotros) para que se sumara a la reunión.
Yo estaba completamente intrigada. ¿Qué podía ser tan importante? ¿Qué sería lo que tenía que decirnos? Me daba cuenta que últimamente mamá andaba en algo raro, y que no estaba en su mejor momento, especialmente en la relación con mi papá y conmigo, pero igualmente sentía curiosidad de lo que fuera a ocurrir.
Entramos a un edificio las cuatro y subimos con el ascensor hasta el tercer piso. Nos paramos frente a una puerta que lucía una placa en la cual decía: “Margarita Moreno. Licenciada en psicología. Terapias individuales, de pareja y familiares”.
Tal como lo había imaginado.
Nos abrió la puerta una señora mayor que nos hizo esperar unos instantes, ya que estaba ocupada con un paciente anterior.
Nos quedamos mis dos hermanas, mi mamá y yo, sentadas en el sillón de espera, en completo silencio y expectantes ante lo que iba a suceder.
Después de unos minutos – que a mí me parecieron eternos – nos hizo pasar. El consultorio era muy chico, pero agregando dos sillas y poniéndonos bien juntitas, entramos bien.
La terapeuta, una mujer de rostro tranquilo y afable, le dio la palabra a mi mamá para que empezara a explicarnos el motivo de la reunión.
- Bueno… yo las traje porque quiero que todos estemos al tanto de lo que sucede… (Si, todos menos mi papá). Ustedes saben que yo no me estoy llevando muy bien con su padre, yo siento un mal estar y necesito buscarle alguna solución porque no quiero enfermarme y porque sé que esto también las afecta a ustedes… (A Bibi y a mí, porque Marisol no vive con nosotros, claro). Entonces yo estaba pensando en la posibilidad de tomar distancia un tiempo… (¿Por qué no decís “separarme”, mamá? ¿Por qué no sos más directa?)
Ahí intervino Margarita:
- Ahora vamos a escuchar que opinan ustedes. A ver, empecemos por la mayor…
Marisol tomó la palabra:
- Bueno… la verdad a mí no me gustaría que se… separaran, no me parece lo más conveniente… pero es la decisión de ella y yo la voy a respetar.
- Bien. ¿Vos, Bibi, que pensás de lo que dice mamá?
Mi hermana respondió timidamente:
- Y… a mí tampoco me gustaría… me daría mucha pena… pero si ella no se siente bien…
- Ajá. ¿Veveka?
Mis hermanas me miraron, entre expectantes y amenazante, porque sabían que yo siempre opinaba distinto.
No se trataba de llevarles la contra, se trataba, simplemente, de ser realista.
- Yo creo que la separación es lo mejor. Va a resultar mejor para todos. Me parece bien.
De reojo miré las reacciones y vi que mi mamá me miraba de manera neutra, pero mis hermanas me miraban heridas, como si las hubiera insultado.
Ellas eran así, siempre apoyando y defendiendo a la madre (o lo que ellas consideraban apoyo). Yo no: yo me inclinaba por el bien de todos y me imaginaba la paz que reinaría tras un cambio en la distribución de la familia. Yo ya estaba pensando en quedarme con mi papá porque no estaba de acuerdo en los criterios y decisiones de mi mamá y la convivencia con ella me traía bastantes problemas y sufrimiento.

Después de esa sesión, quedó en claro que nuestra vida iba a cambiar, que ya era momento de dejar atrás la hipocresía, el fingir que todo estaba bien y el tomar la decisión de aceptar las cosas como eran.

Después de esa sesión empezó el frenesí por la división, se dio origen a una “fiebre compulsiva” por parte de mi madre para conseguir el dinero para irse… desde ese día empezó el calvario para mi pobre padre. (Que ignoraba por completo que su mujer se quería separar y se enteró cuando una abogada se lo comunicó)

domingo, 12 de abril de 2009

ACERCA DE LAS FAMILIAS DISFUNCIONALES...


- Sus miembros no se respetan ente si. No respetan pertenencias, opiniones, privacidad, libertades personales, elecciones, etc.
- No se tienen en cuenta las necesidades emocionales de los demás.
- Se juzgan entre sí y juzgan a los de afuera.
- Suelen tener ciertas creencias y conceptos muy rígidos y se manejan en base a esas creencias.
- Se nota una falta de amor muy grande que se manifiesta en peleas o en la indiferencia.
- No comparten muchos momentos juntos. Cada uno está muy metido en sus asuntos.
- Hay ofensas y burlas entre sus miembros.
- Los padres son por lo general rígidos, exigentes, críticos.
- Se hace evidente un deseo inconsciente o intencional de hacer daño o perjudicar al otro sin una causa.
- Hay una gran exigencia hacia el otro y al no poderse cumplir con esas expectativas, se lo desaprueba.
- Hay celos, envidias, reproches.
- No se saben manejar problemas familiares.
- Escasas manifestaciones de cariño, amor, aprecio.
- Las fechas importantes de festejo familiar suelen pasar desapercibidas o son desagradables.
- Hay contradicciones entre los padres en sus criterios para educar a los hijos, lo cual confunde a éstos.
- Hay mentiras, ocultamientos, engaños y rara vez se habla de manera sincera y directa.
- Hay poco diálogo entre sus miembros, falta de comunicación.
- Cambio de roles o ausencia del rol que cada uno debe cumplir dentro de la familia.
- Alianzas entre hermanos para hacer daño a otro hermano, o entre padre e hijo para oponerse al cónyuge o a otro hijo.
- Se niega la existencia de un problema familiar o no se lo reconoce.
- Hay un ambiente enrarecido, incómodo, desagradable, tenso.
- Hay “venganzas” entre sus miembros.
- No existe comprensión, solidaridad e importa poco lo que siente el otro.
- Los padres (o uno de ellos) son, por lo general, excesivamente dominantes y no permiten y no respetan el ejercicio de la libertad de los hijos.
- Se habla mal de alguien a sus espaldas.
- Cuando alguno atraviesa una situación difícil, no sólo no encuentra el apoyo de los demás, sino que a veces se siente solo y hasta con los demás en su contra, ya sea por burlas o indiferencia.
- Hay valores diferentes entre los padres que, muchas veces, se enfrentan a la hora de educar a los hijos.
- Los hijos son frecuentemente inseguros, tímidos, y cargan con culpas y penas.
- Los padres discuten y se ofenden entre sí con frecuencia y por motivos sin importancia.
- Los padres son un mal ejemplo. A veces dicen cosas que luego no hacen.